23 ene 2011

Odio los domingos

La principal afición de Verónika es construir castillos. Castillos de naipes, de cristal, de palillos,.... siempre cosas delicadas y frágiles, porque, como sabréis si conocéis a Verónika, ella es muy señorita y no puede hacerlos de materiales más resistentes, no se vaya a manchar el traje o romper las uñas. Pero yo creo que afición no sería la palabra adecuada. Manía encajaría mejor. No es que realmente le gustara levantar castillos, lo que pasaba era que tenía una fobia horrenda a la paz y la tranquilidad y eso era lo único que sabía hacer para matar el tiempo (que era mucho. Verónika tenía tonelaaadas de tiempo que matar). El problema venía cuando alguien la veía haciéndo uno de esos castillos, tan suculosos para destrozar, y le pegaba una patada. El esfuerzo y esmero que había puesto en ellos se esfumaba en el tiempo en el que sus piezas se esparcían por el suelo. Y el peor de todos esos macarras rompelotodo era Domingo. Verónika odiaba a Domingo, y Domingo odiaba a Verónika, así que no faltaba nunca a su cita. Puntual como un reloj, este amante de la tranquilidad y de los días absurdos y vacíos llegaba, adónde fuera que estuviese ella, desmoronaba su pequeña obra de arte y se marchaba, dejándola con los ojitos tristes, cansados de que hubiese pasado lo mismo, otra vez.

1 comentario:

  1. Con un Domingo así de cansino en mi vida, supongo que yo también los odiaría. Pero como mis domingos están llenos de brownies, galletitas, tartas, etc... pues los adoro :3

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