3 ene 2011

Llenándo vacíos.

En el país de Verónika todo el mundo tenía un agujero en la parte izquierda del pecho, acomodado justo al lado de ese músculo que se mueve rítmicamente. El agujero de cada uno tenía una forma diferente y única, que iba de simples círculos o cuadrados a precisas estrellas de cincuenta puntas. Encajando perfectamente en ellos estaban los tapones, piezas de una variedad infinita de colores y olores que se ocupaban de que el corazón no se saliese por el agujero y de guardarlo del viento, que cuando entraba corriente por los resquicios en seguida se resfriaba.
A Verónika no le gustaba su agujero. Había visto muchos, y el suyo no se parecía a ninguno de ellos. No tenía realmente forma- se parecía tanto a un rectángulo como a un círculo, a una oveja como a una serpiente- y a pesar de eso no podías decir que careciera de ella del todo- algunos decían que era una nube, o una nebulosa; otros, que era un hipopótamo.
Una noche, cuando se palpó el pecho, descubrió que se le había caído el tapón. Le pasaba algunas veces, sobretodo al final del día. Se puso a buscar como una loca uno que le entrara- en su cajón de tapones, que rebosaba de ellos; en las esquinas de los muebles, en el techo, detrás de la puerta- pero ese día a ninguno le daba la gana de entrar. Se sentó en el borde de la cama, sin saber qué hacer. Parecía tan pequeña en aquel momento. Su mirada se per
día, sus extremidades la abandonaban. Y a pesar de eso notaba aquella angustia interior que le provocaba el vacío. El viento entraba y silbaba por toda su caja torácica. Verónika pensó, pensó y pensó, pero cuanto más pensaba, más le pesaba el vacío. Decidió levantarse. Se vendó el pecho y poco a poco avanzó por la habitación. Un paso, dos pasos. Cerró los ojos. Tres pasos; salió de la habitación.

3 comentarios:

  1. confesiones de un niño grande...
    entra y échale un vistazo
    http://agujasdepapel.wordpress.com/2011/01/04/confesiones-de-un-nino-grande/

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  2. Por mucho vendaje que se aplique siempre tendrá influencia del exterior, por los poros, los sentidos, la luz... ese músculo vital a veces enferma, el caso es que nunca muera

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  3. ¡Que se eche una manta por encima y se acurruque en el sofá, no vaya a coger una pulmonía! Y que se tome una sopita calentita con fideos. Ella que se relaje, que yo me voy a buscar un condenado tapón que le sirva. Creo que tenía uno con forma de estrella polar debajo de la cama... voy a mirar...

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